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Relato de la Pasión según San Juan

El Evangelio según San Juan es uno de los más extensos y precisos en relatar la Pasión de Jesús. 

Aquí reproducimos el relato de la Pasión según San Juan. 

Juan 13

1 Antes de la fiesta de la Pascua, sabiendo Jesús que había llegado su hora de pasar de este mundo al Padre, habiendo  amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el extremo.

2 Durante la cena, cuando ya el diablo había puesto en el corazón a Judas Iscariote, hijo de Simón, el propósito de entregarle,

3 sabiendo que el Padre le había puesto todo en sus manos y que había salido de Dios y a Dios volvía,

4 se levanta de la mesa, se quita sus vestidos y, tomando una toalla, se la ciñó.

5 Luego echa agua en un lebrillo y se puso a lavar los pies de los discípulos y a secárselos con la toalla con que  estaba ceñido.

6 Llega a Simón Pedro; éste le dice: «Señor, ¿tú lavarme a mí los pies?»

7 Jesús le respondió: «Lo que yo hago, tú no lo entiendes ahora: lo comprenderás más tarde.»

8 Le dice Pedro: «No me lavarás los pies jamás.» Jesús le respondió: «Si no te lavo, no tienes parte conmigo.»

9 Le dice Simón Pedro: «Señor, no sólo los pies, sino hasta las manos y la cabeza.»

10  Jesús le dice: «El que se ha bañado, no necesita lavarse; está del todo limpio. Y vosotros estáis limpios, aunque no todos.»

11  Sabía quién le iba a entregar, y por eso dijo: «No estáis limpios todos.»

12  Después que les lavó los pies, tomó sus vestidos, volvió a la mesa, y les dijo: «¿Comprendéis lo que he hecho con vosotros?

13  Vosotros me llamáis “el Maestro” y “el Señor”, y decís bien, porque lo soy.

14  Pues si yo, el Señor y el Maestro, os he lavado los pies, vosotros también debéis lavaros los pies unos a otros.

15  Porque os he dado ejemplo, para que también vosotros hagáis como yo he hecho con vosotros.

16  «En verdad, en verdad os digo: no es más el siervo que su amo, ni el enviado más que el que le envía.

17  «Sabiendo esto, dichosos seréis si lo cumplís.

18  No me refiero a todos vosotros; yo conozco a los que he elegido; pero tiene que cumplirse la Escritura: El que come mi pan ha alzado contra mí su talón.

19  «Os lo digo desde ahora, antes de que suceda, para que, cuando suceda, creáis que Yo Soy.

20  En verdad, en verdad os digo: quien acoja al que yo envíe me acoge a mí, y quien me acoja a mí, acoge a Aquel que me ha enviado.»

21  Cuando dijo estas palabras, Jesús se turbó en su interior y declaró: «En verdad, en verdad os digo que uno de vosotros me entregará.»

22  Los discípulos se miraban unos a otros, sin saber de quién hablaba.

23  Uno de sus discípulos, el que Jesús amaba, estaba a la mesa al lado de Jesús.

24  Simón Pedro le hace una seña y le dice: «Pregúntale de quién está hablando.»

25  El, recostándose sobre el pecho de Jesús, le dice: «Señor, ¿quién es?»

26  Le responde Jesús: «Es aquel a quien dé el bocado que voy a mojar.» Y, mojando el bocado, le toma y se lo da a Judas, hijo de Simón Iscariote.

27  Y entonces, tras el bocado, entró en él Satanás. Jesús le dice: «Lo que vas a hacer, hazlo pronto.»

28  Pero ninguno de los comensales entendió por qué se lo decía.

29  Como Judas tenía la bolsa, algunos pensaban que Jesús quería decirle: «Compra lo que nos hace falta para la fiesta», o que diera algo a los pobres.

30  En cuanto tomó Judas el bocado, salió. Era de noche.

31  Cuando salió, dice Jesús: «Ahora ha sido glorificado el Hijo del hombre y Dios ha sido glorificado en él.

32  Si Dios ha sido glorificado en él, Dios también le glorificará en sí mismo y le glorificará pronto.»

33  «Hijos míos, ya poco tiempo voy a estar con vosotros. Vosotros me buscaréis, y, lo mismo que les dije a los judíos, que adonde yo voy,  vosotros no podéis venir, os digo también ahora a vosotros.

34  Os doy un mandamiento nuevo: que os améis los unos a los otros.  Que, como yo os he amado,      así os améis también vosotros los unos a los otros.

35  En esto conocerán todos que sois discípulos míos:          si os tenéis amor los unos a los otros.»

36  Simón Pedro le dice: «Señor, ¿a dónde vas?» Jesús le respondió: «Adonde yo voy no puedes seguirme ahora; me seguirás más tarde.»

37  Pedro le dice: «¿Por qué no puedo seguirte ahora? Yo daré mi vida por ti.»

38  Le responde Jesús: «¿Que darás tu vida por mí? En verdad, en verdad te digo: no cantará el gallo antes que tú me hayas negado tres veces.»

Juan 14

1 «No se turbe vuestro corazón. Creéis en Dios: creed también en mí.

2 En la casa de mi Padre hay muchas mansiones; si no, os lo habría dicho; porque voy a prepararos un lugar.

3 Y cuando haya ido y os haya preparado un lugar, volveré y os tomaré conmigo, para que donde esté yo estéis también vosotros.

4 Y adonde yo voy sabéis el camino.»

5 Le dice Tomás: «Señor, no sabemos a dónde vas, ¿cómo podemos saber el camino?»

6 Le dice Jesús: «Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida. Nadie va al Padre sino por mí.

7 Si me conocéis a mí, conoceréis también a mi Padre; desde ahora lo conocéis y lo habéis visto.»

8 Le dice Felipe: «Señor, muéstranos al Padre y nos basta.»

9 Le dice Jesús: «¿Tanto tiempo hace que estoy con vosotros y no me conoces Felipe? El que me ha visto a mí, ha visto al Padre. ¿Cómo dices tú: “Muéstranos al Padre”?

10  ¿No crees que yo estoy en el Padre y el Padre está en mí? Las palabras que os digo, no las digo por mi cuenta; el Padre que permanece en mí es el que realiza las obras.

11  Creedme: yo estoy en el Padre y el Padre está en mí. Al menos, creedlo por las obras.

12  En verdad, en verdad os digo: el que crea en mí, hará él también las obras que yo hago, y hará mayores aún, porque yo voy al Padre.

13  Y todo lo que pidáis en mi nombre, yo lo haré, para que el Padre sea glorificado en el Hijo.

14  Si me pedís algo en mi nombre, yo lo haré.

15  Si me amáis, guardaréis mis mandamientos;

16  y yo pediré al Padre y os dará otro Paráclito, para que esté con vosotros para siempre,

17  el Espíritu de la verdad, a quien el mundo no puede recibir, porque no le ve ni le conoce. Pero vosotros le conocéis,      porque mora con vosotros.

18  No os dejaré huérfanos: volveré a vosotros.

19  Dentro de poco el mundo ya no me verá, pero vosotros si me veréis, porque yo vivo y también vosotros viviréis.

20  Aquel día comprenderéis que yo estoy en mi Padre y vosotros en mí y yo en vosotros.

21  El que tiene mis mandamientos y los guarda, ése es el que me ama; y el que me ame, será amado de mi Padre; y yo le amaré y me manifestaré a él.»

22  Le dice Judas – no el Iscariote -: «Señor, ¿qué pasa para que te vayas a manifestar a nosotros y no al mundo?»

23  Jesús le respondió: «Si alguno me ama, guardará mi Palabra, y mi Padre le amará, y vendremos a él, y haremos morada en él.

24  El que no me ama no guarda mis palabras. Y la palabra que escucháis no es mía, sino del Padre que me ha enviado.

25  Os he dicho estas cosas estando entre vosotros.

26  Pero el Paráclito, el Espíritu Santo, que el Padre enviará en mi nombre, os lo enseñará todo y os recordará todo lo que yo os he dicho.

27  Os dejo la paz, mi paz os doy; no os la doy como la da el mundo. No se turbe vuestro corazón ni se acobarde.

28  Habéis oído que os he dicho: “Me voy y volveré a vosotros.” Si me amarais, os alegraríais de que me fuera al Padre,      porque el Padre es más grande que yo.

29  Y os lo digo ahora, antes de que suceda, para que cuando suceda creáis.

30  Ya no hablaré muchas cosas con vosotros, porque llega el Príncipe de este mundo. En mí no tiene ningún poder;

31  pero ha de saber el mundo que amo al Padre y que obro según el Padre me ha ordenado. Levantaos. Vámonos de aquí.»

Juan 15

1 «Yo soy la vid verdadera, y mi Padre es el viñador.

2 Todo sarmiento que en mí no da fruto, lo corta, y todo el que da fruto, lo limpia, para que dé más fruto.

3 Vosotros estáis ya limpios gracias a la Palabra que os he anunciado.

4 Permaneced en mí, como yo en vosotros.Lo mismo que el sarmiento no puede dar fruto por sí mismo,                  si no permanece en la vid; así tampoco vosotros si no permanecéis en mí.

5 Yo soy la vid; vosotros los sarmientos. El que permanece en mí y yo en él, ése da mucho fruto; porque separados de mí no podéis hacer nada.

6 Si alguno no permanece en mí, es arrojado fuera, como el sarmiento, y se seca; luego los recogen, los echan al fuego      y arden.

7 Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid lo que queráis y lo conseguiréis.

8 La gloria de mi Padre está en que deis mucho fruto, y seáis mis discípulos.

9 Como el Padre me amó, yo también os he amado a vosotros; permaneced en mi amor.

10  Si guardáis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor, como yo he guardado los mandamientos de mi Padre, y permanezco en su amor.

11  Os he dicho esto, para que mi gozo esté en vosotros, y vuestro gozo sea colmado.

12  Este es el mandamiento mío: que os améis los unos a los otros como yo os he amado.

13  Nadie tiene mayor amor que el que da su vida por sus amigos.

14  Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que yo os mando.

15  No os llamo ya siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su amo; a vosotros os he llamado amigos, porque todo lo que he oído a mi Padre os lo he dado a conocer.

16  No me habéis elegido vosotros a mí, sino que yo os he elegido a vosotros, y os he destinado para que vayáis y deis fruto, y que vuestro fruto permanezca; de modo que todo lo que pidáis al Padre en mi nombre os lo conceda.

 17  Lo que os mando es que os améis los unos a los otros.»

18  «Si el mundo os odia, sabed que a mí me ha odiado antes que a vosotros.

19  Su fuerais del mundo, el mundo amaría lo suyo; pero, como no sois del mundo, porque yo al elegiros os he sacado del mundo, por eso os odia el mundo.

20  Acordaos de la palabra que os he dicho: El siervo no es más que su señor. Si a mí me han perseguido, también os perseguirán a vosotros; si han guardado mi Palabra, también la vuestra guardarán.

21  Pero todo esto os lo harán por causa de mi nombre, porque no conocen al que me ha enviado.

22  Si yo no hubiera venido y no les hubiera hablado, no tendrían pecado; pero ahora no tienen excusa de su pecado.

23  El que me odia, odia también a mi Padre.

24  Si no hubiera hecho entre ellos obras que no ha hecho ningún otro, no tendrían pecado; pero ahora las han visto, y nos odian a mí y a mi Padre.

25  Pero es para que se cumpla lo que está escrito en su Ley: Me han odiado sin motivo.

26  Cuando venga el Paráclito, que yo os enviaré de junto al Padre, el Espíritu de la verdad, que procede del Padre, él dará testimonio de mí.

27  Pero también vosotros daréis testimonio, porque estáis conmigo desde el principio.

Juan 16

1   Os he dicho esto para que no os escandalicéis.

2   Os expulsarán de las sinagogas. E incluso llegará la hora en que todo el que os mate piense que da culto a Dios.            

3   Y esto lo harán porque no han conocido ni al Padre ni a mí.

4   Os he dicho esto para que, cuando llegue la hora, os acordéis de que ya os lo había dicho. «No os dije esto desde el principio  porque estaba yo con vosotros.

5 Pero ahora me voy a Aquel que me ha enviado, y ninguno de vosotros me pregunta: “¿Dónde vas?”

6 Sino que por haberos dicho esto vuestros corazones se han llenado de tristeza.

7 Pero yo os digo la verdad: Os conviene que yo me vaya; porque si no me voy, no vendrá a vosotros el Paráclito; pero si me voy, os lo enviaré:

8 y cuando él venga, convencerá al mundo en lo referente al pecado, en lo referente a la justicia y en lo referente al juicio;

9 en lo referente al pecado, porque no creen en mí;

10  en lo referente a la justicia porque me voy al Padre, y ya no me veréis;

11  en lo referente al juicio, porque el Príncipe de este mundo está juzgado.

12  Mucho tengo todavía que deciros, pero ahora no podéis con ello.

13  Cuando venga él, el Espíritu de la verdad, os guiará hasta la verdad completa; pues no hablará por su cuenta, sino que hablará lo que oiga, y os anunciará lo que ha de venir.

14  El me dará gloria, porque recibirá de lo mío y os lo anunciará a vosotros.

15  Todo lo que tiene el Padre es mío. Por eso he dicho: Recibirá de lo mío y os lo anunciará a vosotros.

16  «Dentro de poco ya no me veréis, y dentro de otro poco me volveréis a ver.»

17  Entonces algunos de sus discípulos comentaron entre sí: «¿Qué es eso que nos dice: “Dentro de poco ya no me veréis y dentro de otro poco me volveréis a ver” y “Me voy al Padre”?»

18  Y decían: «¿Qué es ese “poco”? No sabemos lo que quiere decir.»

19  Se dio cuenta Jesús de que querían preguntarle y les dijo: «¿Andáis preguntándoos acerca de lo que he dicho: “Dentro de poco no me veréis y dentro de otro poco me volveréis a ver?”

20  «En verdad, en verdad os digo que lloraréis y os lamentaréis, y el mundo se alegrará. Estaréis tristes, pero vuestra tristeza se convertirá en gozo.

21  La mujer, cuando va a dar a luz, está triste, porque le ha llegado su hora; pero cuando ha dado a luz al niño, ya no se acuerda del aprieto por el gozo de que ha nacido un hombre en el mundo.

22  También vosotros estáis tristes ahora,  pero volveré a veros y se alegrará vuestro corazón y vuestra alegría nadie os la podrá quitar.

23  Aquel día no me preguntaréis nada. En verdad, en verdad os digo: lo que pidáis al Padre os lo dará en mi nombre.

24  Hasta ahora nada le habéis pedido en mi nombre. Pedid y recibiréis, para que vuestro gozo sea colmado.

25  Os he dicho todo esto en parábolas. Se acerca la hora en que ya no os hablaré en parábolas, sino que con toda claridad os hablaré acerca del Padre.

26  Aquel día pediréis en mi nombre y no os digo que yo rogaré al Padre por vosotros,

27  pues el Padre mismo os quiere, porque me queréis a mí y creéis que salí de Dios.

28  Salí del Padre y he venido al mundo. Ahora dejo otra vez el mundo y voy al Padre.»

29  Le dicen sus discípulos: «Ahora sí que hablas claro, y no dices ninguna parábola.

30  Sabemos ahora que lo sabes todo y no necesitas que nadie te pregunte. Por esto creemos que has salido de Dios.»

31  Jesús les respondió: «¿Ahora creéis?

32  Mirad que llega la hora (y ha llegado ya) en que os dispersaréis cada uno por vuestro lado y me dejaréis solo. Pero no estoy solo, porque el Padre está conmigo.

33  Os he dicho estas cosas para que tengáis paz en mí. En el mundo tendréis tribulación. Pero ¡ánimo!: yo he vencido al mundo.»

Juan 17

1 Así habló Jesús, y alzando los ojos al cielo, dijo: «Padre, ha llegado la hora; glorifica a tu Hijo, para que tu Hijo te glorifique a ti.

2 Y que según el poder que le has dado sobre toda carne, dé también vida eterna a todos los que tú le has dado.

3 Esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y al que tú has enviado, Jesucristo.

4 Yo te he glorificado en la tierra, llevando a cabo la obra que me encomendaste realizar.

5 Ahora, Padre, glorifícame tú, junto a ti, con la gloria que tenía a tu lado antes que el mundo fuese.

6 He manifestado tu Nombre a los hombres que tú me has dado tomándolos del mundo. Tuyos eran y tú me los has dado; y han guardado tu Palabra.

7 Ahora ya saben que todo lo que me has dado viene de ti;

8 porque las palabras que tú me diste se las he dado a ellos, y ellos las han aceptado y han reconocido verdaderamente que vengo de ti, y han creído que tú me has enviado.

9 Por ellos ruego; no ruego por el mundo, sino por los que tú me has dado, porque son tuyos;

10  y todo lo mío es tuyo y todo lo tuyo es mío; y yo he sido glorificado en ellos.

11  Yo ya no estoy en el mundo, pero ellos sí están en el mundo, y yo voy a ti. Padre santo, cuida en tu nombre a los que me has dado, para que sean uno como nosotros.

12  Cuando estaba yo con ellos, yo cuidaba en tu nombre a los que me habías dado.He velado por ellos y ninguno se ha perdido, salvo el hijo de perdición,  para que se cumpliera la Escritura.

13  Pero ahora voy a ti, y digo estas cosas en el mundo para que tengan en sí mismos mi alegría colmada.

14  Yo les he dado tu Palabra, y el mundo los ha odiado, porque no son del mundo, como yo no soy del mundo.

15  No te pido que los retires del mundo, sino que los guardes del Maligno.

16  Ellos no son del mundo, como yo no soy del mundo.

17  Santifícalos en la verdad: tu Palabra es verdad.

18  Como tú me has enviado al mundo, yo también los he enviado al mundo.

19  Y por ellos me santifico a mí mismo, para que ellos también sean santificados en la verdad.            

20  No ruego sólo por éstos, sino también por aquellos que, por medio de su palabra, creerán en mí,

21  para que todos sean uno. Como tú, Padre, en mí y yo en ti, que ellos también sean uno en nosotros, para que el mundo crea que tú me has enviado.

22  Yo les he dado la gloria que tú me diste, para que sean uno como nosotros somos uno:

23  yo en ellos y tú en mí, para que sean perfectamente uno, y el mundo conozca que tú me has enviado y que los has amado a ellos como me has amado a mí.

24  Padre, los que tú me has dado, quiero que donde yo esté estén también conmigo, para que contemplan mi gloria, la que me has dado, porque me has amado antes de la creación del mundo.

25  Padre justo, el mundo no te ha conocido, pero yo te he conocido y éstos han conocido que tú me has enviado.

26  Yo les he dado a conocer tu Nombrey se lo seguiré dando a conocer, para que el amor con que tú me has amado esté en ellos y yo en ellos.»

Juan 18

1 Dicho esto, pasó Jesús con sus discípulos al otro lado del torrente Cedrón, donde había un huerto, en el que entraron él y sus discípulos.

2 Pero también Judas, el que le entregaba, conocía el sitio, porque Jesús se había reunido allí muchas veces con  sus discípulos.

3 Judas, pues, llega allí con la cohorte y los guardias enviados por los sumos sacerdotes y fariseos, con linternas, antorchas y armas.

4 Jesús, que sabía todo lo que le iba a suceder, se adelanta y les pregunta: «¿A quién buscáis?»

5 Le contestaron: «A Jesús el Nazareno.» Díceles: «Yo soy.» Judas, el que le entregaba, estaba también con ellos.

6 Cuando les dijo: «Yo soy», retrocedieron y cayeron en tierra.

7 Les preguntó de nuevo: «¿A quién buscáis?» Le contestaron: «A Jesús el Nazareno».

8 Respondió Jesús: «Ya os he dicho que yo soy; así que si me buscáis a mí, dejad marchar a éstos.»

9 Así se cumpliría lo que había dicho: «De los que me has dado, no he perdido a ninguno.»

10  Entonces Simón Pedro, que llevaba una espada, la sacó e hirió al siervo del Sumo Sacerdote, y le cortó la oreja  derecha. El siervo se llamaba Malco.

11  Jesús dijo a Pedro: «Vuelve la espada a la vaina. La copa que me ha dado el Padre, ¿no la voy a beber?»

12  Entonces la cohorte, el tribuno y los guardias de los judíos prendieron a Jesús, le ataron

13  y le llevaron primero a casa de Anás, pues era suero de Caifás, el Sumo Sacerdote de aquel año.

14  Caifás era el que aconsejó a los judíos que convenía que muriera un solo hombre por el pueblo.

15  Seguían a Jesús Simón Pedro y otro discípulo. Este discípulo era conocido del Sumo Sacerdote y entró con Jesús en el atrio del Sumo Sacerdote,

16  mientras Pedro se quedaba fuera, junto a la puerta. Entonces salió el otro discípulo, el conocido del Sumo Sacerdote, habló a la portera e hizo pasar a Pedro.

17  La muchacha portera dice a Pedro: «¿No eres tú también de los discípulos de ese hombre?» Dice él: «No lo soy.»

18  Los siervos y los guardias tenían unas brasas encendidas porque hacía frío, y se calentaban. También Pedro estaba con ellos calentándose.

19  El Sumo Sacerdote interrogó a Jesús sobre sus discípulos y su doctrina.

20  Jesús le respondió: «He hablado abiertamente ante todo el mundo; he enseñado siempre en la sinagoga y en el Templo, donde se reúnen todos los judíos, y no he hablado nada a ocultas.

21  ¿Por qué me preguntas? Pregunta a los que me han oído lo que les he hablado; ellos saben lo que he dicho.»

22  Apenas dijo esto, uno de los guardias que allí estaba, dio una bofetada a Jesús, diciendo: «¿Así contestas al Sumo Sacerdote?»

23  Jesús le respondió: «Si he hablado mal, declara lo que está mal; pero si he hablado bien, ¿por qué me pegas?»

24  Anás entonces le envió atado al Sumo Sacerdote Caifás.

25  Estaba allí Simón Pedro calentándose y le dijeron: «¿No eres tú también de sus discípulos?» El lo negó diciendo: «No lo soy.»

26  Uno de los siervos del Sumo Sacerdote, pariente de aquel a quien Pedro había cortado la oreja, le dice: «¿No te vi yo en el huerto con él?»

27  Pedro volvió a negar, y al instante cantó un gallo.

28  De la casa de Caifás llevan a Jesús al pretorio. Era de madrugada. Ellos no entraron en el pretorio para no contaminarse y poder así comer la Pascua.

29  Salió entonces Pilato fuera donde ellos y dijo: «¿Qué acusación traéis contra este hombre?»

30  Ellos le respondieron: «Si éste no fuera un malhechor, no te lo habríamos entregado.»

31  Pilato replicó: «Tomadle vosotros y juzgadle según vuestra Ley.» Los judíos replicaron: «Nosotros no podemos dar muerte a nadie.»

32  Así se cumpliría lo que había dicho Jesús cuando indicó de qué muerte iba a morir.

33  Entonces Pilato entró de nuevo al pretorio y llamó a Jesús y le dijo: «¿Eres tú el Rey de los judíos?»

34  Respondió Jesús: «¿Dices eso por tu cuenta, o es que otros te lo han dicho de mí?»

35  Pilato respondió: «¿Es que yo soy judío? Tu pueblo y los sumos sacerdotes te han entregado a mí. ¿Qué has hecho?»

36  Respondió Jesús: «Mi Reino no es de este mundo. Si mi Reino fuese de este mundo, mi gente habría combatido      para que no fuese entregado a los judíos: pero mi Reino no es de aquí.»

37  Entonces Pilato le dijo: «¿Luego tú eres Rey?» Respondió Jesús: «Sí, como dices, soy Rey. Yo para esto he nacido      y para est he venido al mundo: para dar testimonio de la verdad. Todo el que es de la verdad, escucha mi voz.»

38  Le dice Pilato: «¿Qué es la verdad?» Y, dicho esto, volvió a salir donde los judíos y les dijo: «Yo no encuentro ningún delito en él.

39  Pero es costumbre entre vosotros que os ponga en libertad a uno por la Pascua. ¿Queréis, pues, que os ponga en libertad al Rey de los judíos?»

40  Ellos volvieron a gritar diciendo: «¡A ése, no; a Barrabás!» Barrabás era un salteador.

Juan 19

1 Pilato entonces tomó a Jesús y mandó azotarle.

2 Los soldados trenzaron una corona de espinas, se la pusieron en la cabeza y le vistieron un manto de púrpura;

3 y, acercándose a él, le decían: «Salve, Rey de los judíos.» Y le daban bofetadas.

4 Volvió a salir Pilato y les dijo: «Mirad, os lo traigo fuera para que sepáis que no encuentro ningún delito en  él.»

5 Salió entonces Jesús fuera llevando la corona de espinas y el manto de púrpura. Díceles Pilato: «Aquí tenéis al hombre.»

6 Cuando lo vieron los sumos sacerdotes y los guardias, gritaron: «¡Crucifícalo, crucifícalo!» Les dice Pilato: «Tomadlo vosotros y crucificadle, porque yo ningún delito encuentro en él.»

7 Los judíos le replicaron: «Nosotros tenemos una Ley y según esa Ley debe morir, porque se tiene por Hijo de Dios.»

8 Cuando oyó Pilato estas palabras, se atemorizó aún más.

9 Volvió a entrar en el pretorio y dijo a Jesús: «¿De dónde eres tú?» Pero Jesús no le dio respuesta.

10  Dícele Pilato: «¿A mí no me hablas? ¿No sabes que tengo poder para soltarte y poder para crucificarte?»

11  Respondió Jesús: «No tendrías contra mí ningún poder, si no se te hubiera dado de arriba; por eso, el que me ha  entregado a ti tiene mayor pecado.»

12  Desde entonces Pilato trataba de librarle. Pero los judíos gritaron: «Si sueltas a ése, no eres amigo del César; todo el que se hace rey se enfrenta al César.»

13  Al oír Pilato estas palabras, hizo salir a Jesús y se sentó en el tribunal, en el lugar llamado Enlosado, en hebreo Gabbatá.

14  Era el día de la Preparación de la Pascua, hacia la hora sexta. Dice Pilato a los judíos: «Aquí tenéis a vuestro  Rey.»

15  Ellos gritaron: «¡Fuera, fuera! ¡Crucifícale!» Les dice Pilato: «¿A vuestro Rey voy a crucificar?» Replicaron los sumos sacerdotes: «No tenemos más rey que el César.»

16  Entonces se lo entregó para que fuera crucificado. Tomaron, pues, a Jesús,

17  y él cargando con su cruz, salió hacia el lugar llamado Calvario, que en hebreo se llama Gólgota,

18  y allí le crucificaron y con él a otros dos, uno a cada lado, y Jesús en medio.

19  Pilato redactó también una inscripción y la puso sobre la cruz. Lo escrito era: «Jesús el Nazareno, el Rey de los  judíos.»

20  Esta inscripción la leyeron muchos judíos, porque el lugar donde había sido crucificado Jesús estaba cerca de la  ciudad; y estaba escrita en hebreo, latín y griego.

21  Los sumos sacerdotes de los judíos dijeron a Pilato: «No escribas: “El Rey de los judíos”, sino: “Este ha dicho: Yo soy Rey de los judíos”.»

22  Pilato respondió: «Lo que he escrito, lo he escrito.»

23  Los soldados, después que crucificaron a Jesús, tomaron sus vestidos, con los que hicieron cuatro lotes, un lote para cada soldado, y la túnica. La túnica era sin costura, tejida de una pieza de arriba abajo.

24  Por eso se dijeron: «No la rompamos; sino echemos a suertes a ver a quién le toca.» Para que se cumpliera la Escritura: Se han repartido mis vestidos, han echado a suertes mi túnica. Y esto es lo que hicieron los soldados.

25  Junto a la cruz de Jesús estaban su madre y la hermana de su madre, María, mujer de Clopás, y María Magdalena.

26  Jesús, viendo a su madre y junto a ella al discípulo a quien amaba, dice a su madre: «Mujer, ahí tienes a tu hijo.»

27  Luego dice al discípulo: «Ahí tienes a tu madre.» Y desde aquella hora el discípulo la acogió en su casa.

28  Después de esto, sabiendo Jesús que ya todo estaba cumplido, para que se cumpliera la Escritura, dice: «Tengo sed.»

29  Había allí una vasija llena de vinagre. Sujetaron a una rama de hisopo una esponja empapada en vinagre y se la  acercaron a la boca.

30  Cuando tomó Jesús el vinagre, dijo: «Todo está cumplido.» E inclinando la cabeza entregó el espíritu.

31  Los judíos, como era el día de la Preparación, para que no quedasen los cuerpos en la cruz el sábado – porque aquel sábado era muy solemne – rogaron a Pilato que les quebraran las piernas y los retiraran.

32  Fueron, pues, los soldados y quebraron las piernas del primero y del otro crucificado con él.

33  Pero al llegar a Jesús, como lo vieron ya muerto, no le quebraron las piernas,

34  sino que uno de los soldados le atravesó el costado con una lanza y al instante salió sangre y agua.

35  El que lo vio lo atestigua y su testimonio es válido, y él sabe que dice la verdad, para que también vosotros creáis.

36  Y todo esto sucedió para que se cumpliera la Escritura: No se le quebrará hueso alguno.

37  Y también otra Escritura dice: Mirarán al que traspasaron.

38  Después de esto, José de Arimatea, que era discípulo de Jesús, aunque en secreto por miedo a los judíos, pidió a Pilato autorización para retirar el cuerpo de Jesús. Pilato se lo concedió. Fueron, pues, y retiraron su  cuerpo.

39  Fue también Nicodemo – aquel que anteriormente  había ido a verle de noche – con una mezcla de mirra y áloe de unas cien libras.

40  Tomaron el cuerpo de Jesús y lo envolvieron en vendas con los aromas, conforme a la costumbre judía de sepultar.

41  En el lugar donde había sido crucificado había un huerto, y en el huerto un sepulcro nuevo, en el que nadie todavía  había sido depositado.

42  Allí, pues, porque era el día de la Preparación de los judíos y el sepulcro estaba cerca, pusieron a Jesús.

Evangelio según San Mateo. Biblia de Jerusalén, tomados de corazones.org

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