El origen de la Sábana Santa se centra en la sepultura y resurrección de Jesús en Jerusalén. Sin embargo, el recorrido que esta supuesta reliquia de la Pasión realizó hasta llegar a Turín (Italia) es largo y enrevesado.
La historia más reciente de la Sábana Santa comienza con su hallazgo por el caballero Geoffroy de Charny, del pueblo francés de Lirey, a mediados del siglo XIV. El caballero jamás dirá su procedencia.
A su muerte donó la tela a los monjes del pueblo de Lirey, lo que hizo que su pequeña iglesia comenzara a recibir miles de peregrinos.
La Sábana Santa permaneció en Francia durante la Guerra de los 100 años. A su término la nieta de Geoffroy de Charny, Margarita de Charny, se niega a devolverla a los monjes y la utiliza como salvoconducto para huir a Italia a cambio de protección.
De esta manera pasa a manos de los duques de Saboya, quienes posteriormente serían los reyes de Italia, que custodian la Sábana en la iglesia de su castillo de Chambery, y la convierten en su reliquia más venerada.
De esta manera, la Sábana Santa llega a la ciudad de Turín en 1578, cuando Manuel Filiberto de Saboya decide trasladarla a la nueva capital del ducado. Allí es recibida por una multitud de personas. Desde 1694 se custodia en la capilla de la catedral de San Juan Bautista, proyectada a tal fin por el fraile y arquitecto Guarino Guarini.