Esto dijo San Juan Pablo II ante la Sábana Santa
San Juan Pablo II oró ante la Sábana Santa el 24 de mayo de 1998, último día de la ostensión realizada con motivo del centenario del descubrimiento de las propiedades fotográficas de la Sábana Santa por parte del fotógrafo Secondo Pia.
Ante la Sábana Santa, San Juan Pablo II aseguró que es “uno de los signos más conmovedores del amor sufriente del Redentor” y un “precioso lienzo que nos puede ayudar a comprender mejor el misterio del amor que nos tiene el Hijo de Dios”.
Describió la Sábana Santa como “imagen intensa y conmovedora de un dolor indescriptible” que “pide al creyente atención amorosa y disponibilidad plena al seguimiento del Señor”.
Por eso la calificó como “un reto a la inteligencia” porque “exige de cada hombre, en particular del investigador, un esfuerzo para captar con humildad el mensaje profundo que transmite a su razón y a su vida”.
“La fascinación misteriosa que ejerce la Sábana santa impulsa a formular preguntas sobre la relación entre ese lienzo sagrado y los hechos de la historia de Jesús”, aseguró y subrayó que “no se trata de una materia de fe” ya que “la Iglesia no tiene competencia específica para pronunciarse sobre esas cuestiones”, sino que “encomienda a los científicos la tarea de continuar investigando para encontrar respuestas adecuadas a los interrogantes relacionados con este lienzo que, según la tradición, envolvió el cuerpo de nuestro Redentor cuando fue depuesto de la cruz”.
San Juan Pablo aseguró entonces que la Sábana Santa “es espejo del Evangelio” ya que “si se reflexiona sobre este lienzo sagrado, no se puede prescindir de la consideración de que la imagen presente en él tiene una relación tan profunda con cuanto narran los evangelios sobre la pasión y muerte de Jesús, que todo hombre sensible se siente interiormente impresionado y conmovido al contemplarlo”.
“Quien se acerca a la Sábana Santa es consciente de que no detiene en sí misma el corazón de la gente, sino que remite a Aquel a cuyo servicio lo puso la Providencia amorosa del Padre. Por tanto, es justo alimentar la conciencia del precioso valor de esta imagen, que todos ven y nadie, por ahora, logra explicar”, aseguró y destacó que para “toda persona reflexiva es motivo de consideraciones profundas, que pueden llegar a comprometer su vida”.
También afirmó que en la Síndone “se refleja la imagen del sufrimiento humano” e invita al hombre moderno a “interrogarse sobre el misterio del dolor, para profundizar en sus causas”.
“La impronta del cuerpo martirizado del Crucificado, al testimoniar la tremenda capacidad del hombre de causar dolor y muerte a sus semejantes, se presenta como el icono del sufrimiento del inocente de todos los tiempos: de las innumerables tragedias que han marcado la historia pasada, y de los dramas que siguen consumándose en el mundo”, destacó.
Por eso aseguró que ante situaciones “dramáticas”, “la Sábana Santa no sólo nos impulsa a salir de nuestro egoísmo; también nos lleva a descubrir el misterio del dolor que, santificado por el sacrificio de Cristo, engendra salvación para toda la humanidad. Imagen del pecado del hombre y del amor de Dios”.
Invitó a “redescubrir la causa última de la muerte redentora de Jesús”, porque “la Sábana santa es también imagen del amor de Dios, así como del pecado del hombre”.
“Ante ella, los creyentes no pueden menos de exclamar con toda verdad: «Señor, ¡no podías amarme más!», y darse cuenta enseguida de que el pecado es el responsable de ese sufrimiento: los pecados de todo ser humano”.
“La contemplación de ese Cuerpo martirizado ayuda al hombre contemporáneo a liberarse de la superficialidad y del egoísmo”, “la Sábana santa, haciéndose eco de la palabra de Dios y de siglos de conciencia cristiana, susurra: ‘cree en el amor de Dios, el mayor tesoro dado a la humanidad, y huye del pecado, la mayor desgracia de la historia’”. .
Es también, según recordó San Juan Pablo II, “imagen de impotencia de la muerte, en la que se manifiesta la consecuencia extrema del misterio de la Encarnación”.
“Es la experiencia del Sábado Santo, paso importante del camino de Jesús hacia la gloria, de la que se desprende un rayo de luz que ilumina el dolor y la muerte de todo hombre.
La fe, al recordarnos la victoria de Cristo, nos comunica la certeza de que el sepulcro no es el fin último de la existencia. Dios nos llama a la resurrección y a la vida inmortal”, afirmó.
Para San Juan Pablo II la Sábana Santa “expresa el silencio de la muerte, sino también el silencio valiente y fecundo de la superación de lo efímero, gracias a la inmersión total en el eterno presente de Dios”.
“La Sábana santa nos presenta a Jesús en el momento de su máxima impotencia, y nos recuerda que en la anulación de esa muerte está la salvación del mundo entero. La Sábana santa se convierte, así, en una invitación a vivir cada experiencia, incluso la del sufrimiento y de la suprema impotencia, con la actitud de quien cree que el amor misericordioso de Dios vence toda pobreza, todo condicionamiento y toda tentación de desesperación”.
Puedes leer el discurso íntegro AQUÍ.