En el año 2015, millones de personas pudieron venerar la Sábana Santa en la ostensión celebrada entre el 19 de abril y el 24 de junio de ese año por los 200 años del nacimiento de San Juan Bosco, fundador de los Salesianos y originario de Turín.
Un momento, sin duda, especialmente importante para todos estos visitantes provenientes de todo el mundo que pudieron orar ante esta importante reliquia.
Sin embargo, para un grupo de 50 personas de escasos recursos provenientes de Roma, esa visita a la Síndone será algo que nunca olvidarán. No sólo por poder orar ante la Sábana Santa sino porque fueron invitados por el mismo Papa Francisco.
El sacerdote Pablo Walter Catiglia, de la parroquia de Santa Lucía de Roma, relató entonces a la agencia de noticias Rome Reports que había organizado el viaje a Turín para venerar la Sábana Santa con personas necesitadas que acudían a la parroquia en busca de ayuda y comunicó la iniciativa al limosnero del Papa.
“Enseguida la propuesta fue apoyada por el Papa. No sólo quiso apoyar diciendo que era una buena iniciativa y que estaba de acuerdo, sino que económicamente contribuyó pagando el autobús, con el que fuimos a Turín”, aseguró el sacerdote.
En ese grupo de 50 personas se mezclaban numerosas nacionalidades, así como jóvenes, ancianos, cristianos, musulmanes o ateos… Pero si algo les unió ese día no sólo fueron las 10 horas de autobús entre Roma y Turín, sino un fuerte sentimiento de agradecimiento al Papa Francisco.
El P. Catiglia explicó a Rome Reports que él notó “en todos, cristianos y no cristianos, un reconocimiento, un sentimiento de gratitud. El modo bueno y afectuoso con el que una religiosa les recibió en la casa donde dormíamos. Percibieron que esa religiosa realmente los consideraba”. Un trato que agradecieron y emocionaron a los participantes del viaje.
Giovanni, uno de estos 50 invitados de honor, quiso cumplir el deseo de su madre que había venerado la Sábana Santa y le tenía mucha devoción. Explicó que “nunca hubiera imaginado poder viajar hasta Turín”.
Durante los dos días que pasaron en la ciudad fueron recibidos personalmente por el arzobispo de la ciudad que saludó uno a uno a los integrantes del grupo, un gesto de cariño que muchas veces no reciben.
Sentimientos que permanecieron a flor de piel también cuando se encontraron ante la Sábana Santa. «Alguno lograba percibir el amor de Dios en ese signo de sufrimiento, que es la Sábana. La experiencia común que hemos hecho es la de sentirnos amados por la suma de gestos de generosidad y de atención que tantos tuvieron para que esto fuera posible”, destacó el párroco de Santa Lucía.